Ante el uso de herbicidas como método de control de las hierbas anuales, mal llamadas malas hierbas, Ecologistas en Acción organizó una plantación de alcorques de plantas de huerta y aromáticas con el lema «este alcorque se planta ante el glifosato».

Sevilla se sumó a los más de 100 ayuntamientos españoles que prohibían el uso del glifosato pero dos años después, el 25 de mayo de 2018, el pleno aprobó una moción del PSOE y Ciudadanos para volver a usar glifosato en el término municipal. Este hecho se ha dejado sentir tanto en solares como en espacios con uso público en el rastro de vegetación arrasada por el agrotóxico con ese característico color marrón que contrasta con los verdes de las zonas no tratadas.

Los argumentos que llevaron a su prohibición siguen vigentes y no entendemos porque se dio marcha atrás, ya que sigue estando catalogado como agente «probablemente cancerígénico para los seres humanos» por parte de la Agencia de Investigación sobre el Cáncer (IACR) que forma parte de la Organización Mundial de la Salud y sus efectos perniciosos sobre el medio ambiente están más que demostrados.

Aprovechando el Encuentro agroecológico del mercadillo de San Jerónimo del domingo 28 de abril se invitó a la población a decir que no queremos herbicidas en la ciudad y lo demandamos plantando alcorques con aromáticas y plantas de huerta como alternativa a los herbicidas.

Hay que concienciar a la población de que no hay malas hierbas, sino mala gestión de las hierbas anuales. El clima en Sevilla permite que mantengamos flora adventicia durante los meses de octubre a mayo sin problemas, flora que aporta biodiversidad urbana y calidad ambiental. A partir de entonces hay que desbrozar manual y mecánicamente para eliminar la vegetación seca, generando puestos de trabajo. También hay que potenciar la implicación de la población en la conservación del patrimonio vegetal y facilitar prácticas como el mantenimiento de parterres y alcorques por el vecindario. Hacer del espacio público un espacio común garantiza su cuidado y si además se emplean espacies comestibles que aporten alimentos de calidad, el objetivo de una ciudad más inclusiva estará asegurado.