El Día Mundial de la Vida Silvestre aúna colectivos naturalistas y concentra actividades en defensa de la biodiversidad en Sevilla

El próximo miércoles 3 de marzo, en ocasión del Día Mundial de la Vida Silvestre, sociedades científicas, colectivos naturalistas, asociaciones conservacionistas y ecologistas se unen en defensa de varios espacios únicos por sus características en la periferia de Sevilla. Talleres de cajas-nido, reforestaciones y colocación de refugios para la fauna son algunas de las actividades programadas. La propuesta nace fruto de la necesidad de fomentar la biodiversidad a través de espacios para la vida silvestre y corredores estratégicos que unen las zonas verdes de la ciudad. [Fotos]

Cuando se cumple un año de la llegada del SARS-CoV-2 que ha cambiado por completo nuestras vidas, las conclusiones científicas sobre su relación con el cambio global son abrumadoras. Según María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, el 70% de los últimos brotes epidémicos han comenzado con la deforestación. Virus como el ébola, el SARS, el VIH o el virus del Nilo Occidental han saltado de los animales a los humanos después de la destrucción masiva de bosques y selvas en todo el mundo. Este es uno de los servicios ecosistémicos que se pierden cuando la biodiversidad desaparece. Es parte del alto precio que estamos pagando por la explotación de la naturaleza, literalmente. Tratar al planeta únicamente como una mina ilimitada de recursos, en lugar de como una arquitectura biológica de la que formamos parte, hace que actualmente la humanidad consuma una cantidad de recursos equivalente a 1,7 veces la superficie de la Tierra. Con esta tendencia, en 2030 necesitaremos los recursos de dos planetas enteros.

El modelo de crecimiento urbano experimentado, especialmente en las ciudades, ha sido una máquina voraz que ha acabado con la masa forestal, expulsando la biodiversidad a las afueras. No obstante, aún se conservan lugares donde, a pesar de todo, la vida silvestre se expresa. Lugares aparentemente dispares como el parque del Tamarguillo, en Sevilla Este, las márgenes del río Guadalquivir o Isla de Tercia, guardan en común una asociación ancestral con al agua a través de su dimensión más ecológica. Por esta razón en ciudades como Sevilla, los espacios con mayor potencial y biodiversidad se encuentran asociados a los cauces fluviales y zonas húmedas, probablemente los ecosistemas terrestres más ricos del planeta. Desde un punto de vista biológico, aunque ocupan tan solo el 1% de la superficie del planeta y una milésima parte del agua total, concentran el 10% de las especies conocidas y casi el 40 % de los vertebrados a nivel global. No es de extrañar que el grupo de vertebrados más amenazados del mundo sean los anfibios.

Con la premisa de conservar uno de estos espacios, distintos colectivos naturalistas de la ciudad, como el Grupo de Cajas-Nido de Sevilla, Torreblanca Verde o Ecourbe, apoyado por sociedades científicas como SEO BirdLife y la federación de Ecologistas en Acción, están uniendo sus esfuerzos para recuperar un lugar estratégico en Sevilla. Este que mejoraría la conectividad ecológica. Jesús Díaz participa en esta iniciativa para poner en valor espacios naturales desprotegidos. Aunque originalmente en su diseño, el Distrito Este-Alcosa-Torreblanca contaba con un proyecto de conexión mediante corredores verdes sobre el canal Ranillas y la calle Carlinga, la realidad parece ser que, a día de hoy, el área con mayor potencial se encuentra excluida, justamente entre el parque del arroyo Tamarguillo y Torreblanca. Según Jesús Díaz, coordinador de la actividad, se trata de uno de los espacios mejor conservados para la vida silvestre de la ciudad. “Las riberas y los cauces de arroyos y ríos están en la memoria genética del paisaje. El agua que recoge la gran extensión del mercadillo de los domingos, junto a una antigua masa forestal, unida a los espacios abiertos remanentes de la bolsa de suelo aún sin edificar, han posibilitado la aparición de una variada fauna silvestre que aprovecha los pocos reductos que el crecimiento urbanístico les permite”.

El lugar se ha convertido naturalmente en un sitio reproductivo de especies de macroinvertebrados acuáticos y anfibios, que sirven de alimento a aves, como cigüeñuelas, garzas y moritos, y que, en definitiva, sostienen al resto de la cadena alimentaria. Por esta razón, con el apoyo de la Universidad de Sevilla se han propuesto estudiar esas lagunas temporales y caracterizarlas ecológicamente en función de la ordenación del territorio de la zona este del área metropolitana. Gracias a este proyecto, se podrá muestrear la fauna de las lagunas temporales y limpiar la basura de estas áreas de importancia notable para la biodiversidad, promoviendo actividades de educación ambiental, sensibilización y participación ciudadana abiertas al público en general, incluido el anillamiento científico de aves.

No son las primeras en advertir de su importancia. En el pasado, otras asociaciones como la Movida Pro-Parque Tamarguillo o OKPlanet Sevilla realizaron tareas de limpieza, una encomiable labor, máxime teniendo en cuenta que la zona se está convirtiendo en un vertedero ilegal ante la ineficacia de la vigilancia de Parques y Jardines, advierte Jesús Díaz. Según sus palabras: “El problema más grave es que el deterioro ambiental continúa, por un lado, a causa del sobrepastoreo y, por otro, debido al mercadillo y a la aparición de escombreras: un auténtico vertedero incontrolado de residuos sólidos urbanos”.

No es este el único espacio en el que la fragmentación de los hábitats, una de las causas principales de la pérdida de biodiversidad, ha alterado las poblaciones naturales. En esta línea de trabajo se encuentra el proyecto ‘Libera, naturaleza sin basura’ de la asociación para la conservación del medio ambiente urbano “Ecourbe” que ha sido elegida entre un centenar de proyectos presentados en toda España para mejorar la calidad ambiental de espacios naturales desprotegidos. El proyecto, en marcha desde 2018, está amadrinando espacios naturales de la periferia de la ciudad como el Parque urbano “Vega de Triana” o este que nos ocupa en Sevilla Este.

“Los corredores verdes no suelen hacerse pensando en las especies más sensibles y amenazadas, especialmente en ambientes urbanos. La financiación debería venir de la ejecución de los sistemas generales del PGOU y la adquisición de terrenos para el estándar europeo de espacios libres y zonas verdes. Una zona verde es algo más que césped artificial, como viene siendo cada vez más común. A este paso tendremos que cambiar el nombre del Área de Parques y Jardines por el de Alfombras y Adoquines” bromea.

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