En esta jornada se han repartido más de 300 kg de frutas y verduras procedentes de donaciones de cuartelás de Mercasevilla que se han completado con productos no perecederos procedentes de aportaciones de hortelanos de los huertos sociales que Ecologistas en Acción gestiona en el Parque de San Jerónimo.
Dos furgonetas de voluntarixs de RAMUCA (agrupación de Redes de Apoyo Mutuo surgidas en Sevilla a raíz de la crisis del Coronavirus) y Ecologistas han recogido más de 300 kilos de frutas y hortalizas de varias Cuartelás de Mercasevilla que han sido donados de forma desinteresada. Estos productos se destinan a familias que vienen padeciendo situaciones de precariedad grave, que les llevan a precisar alimentarse del banco de alimentos que se ha montado en San Jerónimo a raíz de la emergencia sanitaria por la COVID-19. Alguna de las empresas donantes son: Frutas Hurtado, José Mora Hierro S.A., Rocío Galindo, José Perales S.L., Frutas Faustino, Anfrusa S.A., María Jesús Mora Sánchez y Patatas y Frutas Morales. Nuestro agradecimiento a todas ellas.
Las organizaciones encargadas del reparto final a las familias son Cáritas en colaboración con el Banco de Alimentos, contando además con la colaboración de la tienda de Ramón que se encarga del reparto a familias de inmigrantes que tienen más difícil el acceso a la ayuda reglada por carecer de «papeles». En esta ocasión las familias beneficiadas han sido más de 30, todas del barrio pero con varias nacionalidades de origen. La relajación del confinamiento parece que va a aliviar la situación de extrema emergencia en la que se encontraban muchas de estas familias al carecer de cualquier ingreso, pero se van a seguir precisando alimentos para combatir la pobreza estructural de barrios populares como el de San Jerónimo que ante cualquier repunte de crisis deviene en situaciones de peligro para la propia supervivencia.
Hasta la fecha se han repartido más de una tonelada de alimentos, los repartos se iniciaron con las donaciones de hortalizas que parcelistas de los huertos iban haciendo semanalmente y se han ido complementando con las aportaciones del Merca y los no perecederos cultivados por parcelistas.
Los actos de solidaridad colectiva son de agradecer y salvan situaciones de extrema gravedad pero nos deben hacer reflexionar como sociedad si no deberíamos apuntalar mecanismos de protección social definitivos como las rentas básicas que garanticen el ingreso mínimo para la subsistencia como derecho humano fundamental.